Inteligencia Artificial, Big Data Online

En materia de Inteligencia Artificial hay debates de todo tipo. Parte importante de las ciencias sociales se preguntan cómo ésta cambiará la forma de vivir. Parece ser evidente que estamos ante un fenómeno, una era de transformación tecnológica, con impacto en prácticamente todos los ámbitos, como las ciencias médicas o la administración empresarial.

El imaginario popular, de la mano del cine y la literatura, tiene sus propias simbolizaciones al preguntarse por el futuro de la IA, nos referimos a la imagen donde el diagnóstico médico (la propia relación paciente/facultativo) o la conducción de nuestro automóvil se convierten en funciones asignadas a una inteligencia con base electrónica.  A lo anterior se suma la imagen clásica sobre la súper-vigilancia y análisis de todos los datos que generamos en las actividades cotidianas.

Algunos de los proyectos en Inteligencia Artificial con mayor nivel de implantación están en Amazon. Cuando abrieron sus puntos de venta en San Francisco, casi a modo experimental, los clientes podían instalar una App que, al dar acceso a la tienda, comenzaba a transmitir datos. El resultado de los análisis se traducía en un asistente de voz que aconsejaba sobre compras, ayudaba en la instalación de aparatos o preparación de comidas.  

En esas tiendas todo el análisis de datos tenía como punto de partida la grabación de imágenes. La Inteligencia Artificial emprendía una exploración con mucho contenido psicológico: podía trazar un mapa de conducta estudiando qué productos observaba o tocaba y durante cuánto tiempo, sin olvidar, la identificación de emociones a través de las expresiones del rostro.

Los clientes, registrados al entrar, tomaban lo que querían y salían de la tienda sin más. La Inteligencia Artificial ordenaba los cargos correspondientes en su tarjeta de crédito. Tal vez la sensación fuera de anonimato, un cliente podía entrar por unas galletas de canela, una sanísima ensalada fresca y un zumo de naranja recién exprimido sin toparse ni hablar con nadie, pero la verdad es que en todo momento estaba vigilado y estudiado.     

Muchos de los cambios provocados por la IA estarán en actos de la vida más corriente. Pero existen ámbitos donde habrá auténticas revoluciones. Uno de ellos es la Medicina. Desde hace algunos años, diversos programas de investigación trabajan en algoritmos inteligentes para el análisis de imágenes por rayos X. Estas herramientas suben imágenes desde un dispositivo a un servidor donde el sistema en cuestión lanza un diagnóstico, entre sus estimaciones podrían configurarse alertas sobre la presencia de posibles lesiones o tumores.

Estas importantes funciones se logran gracias al aprendizaje artificial y acumulativo desde una base de datos que contenía imágenes con diagnósticos confirmados de origen humano. Los algoritmos pueden aprender e incluir variaciones de esas imágenes, siempre dentro de cierto rango. Este tipo de aprendizaje con base en la experiencia terminaría por lograr una asignación inmediata de las imágenes a un sistema de categorías cambiantes (que corresponderían a cuadros médicos).   

INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LA DETECCIÓN TEMPRANA

Una de las razones por las que la Inteligencia Artificial es objeto de la Filosofía o la Psicología es que nuestro modelo cerebral, con sus 100 mil millones de células, es la guía para los proyectos en la materia. Así, cuando una célula nerviosa recibe distintas intensidades de estímulos origina impulsos que se retransmiten a otras células, que los envían a otras. La objetividad estructural de esta red intenta ser imitada en las redes neuronales artificiales. No es que estos tendidos de datos experimenten un crecimiento de su complejidad arquitectónica, sino que mantienen información en vilo con el fin de afinar su aprendizaje, mejorando la calidad de la respuesta al estímulo.

El aprendizaje a nivel de red artificial demanda miles y millones de datos para empezar a mejorar su optimización e igualar o intentar superar el producto de la cognición humana más clara. Los científicos de datos inciden en que las estimaciones de la Inteligencia Artificial deben seguir la lógica de la probabilidad y, por supuesto, la interpretación de los datos.

En este sentido, es posible explorar, aproximadamente, dos vías: una Inteligencia Artificial puede, por ejemplo, indicar en un diagnóstico médico una probabilidad de entre el 70 y el 80% de experimentar los primeros síntomas de una enfermedad en un tiempo determinado; o podría programarse para decir que la posibilidad de tal enfermedad se estaciona en una escala más simple y rígida, entre muy poco probable, probable y muy probable.

Los algoritmos inteligentes utilizados en ciencias médicas también están siendo evolucionados para extraer información de las esferas más disímiles, con el fin de avanzar en el diagnóstico temprano de cuadros médicos con cierta relevancia en la sociedad. Tenemos un caso en aplicaciones muy sensibles instaladas en dispositivos móviles que envían datos a algoritmos capaces de trazar un patrón basado en la forma de caminar. Se sabe que la detección de varias series de irregularidades, encontrados en los movimientos de la estructura ósea al caminar, resultan de utilidad en la detección del Parkinson (una de las enfermedades progresivas del sistema nervioso más investigadas en la actualidad).

Para un equipo médico en su consulta puede encerrar varias dificultades encontrar variaciones muy pequeñas en el patrón generado por la forma de caminar, precisamente esas que permitirían la detección temprana. Pero un algoritmo inteligente puede hacerlo a un nivel de detalle que no logrará igualar el ojo humano.

EL LIDERAZGO DE CHINA

Una parte extraordinariamente importante del debate sobre Inteligencia Artificial tiene que ver con la privacidad. Los gigantes tecnológicos de los Estados Unidos, pero también muchos del sector en el viejo mundo, acusan a Europa de tener una extraña obsesión con la privacidad. En este sentido, el modelo chino irrumpe con fuerza. El país asiático está embarcado en una desenfrenada carrera por ser el líder mundial en digitalización, automatización de procesos y delegación de las más diversas tareas a inteligencias artificiales.  Pero en China no tienen instrumentos legales tan desarrollados como el RGPD europeo.

Lo anterior significa que muchas aplicaciones chinas en IA serían incompatibles con la legislación de la Unión Europea. Otras, en cambio, se parecen mucho a las líneas de investigación que tenemos en países como Alemania. En días pasados, por ejemplo, la prensa científica publicó la noticia sobre una revolucionaria herramienta desarrollada por investigadores en Inteligencia Artificial de la Academia China de Ciencias Médicas y la Facultad de Medicina de la Unión de Pekín, que utiliza el típico selfie para realizar análisis en busca de pequeñas alteraciones faciales relacionadas con enfermedades coronarias.

Se considera que este adelanto reducirá tiempos y costes económicos para los pacientes en China, en los que la aparición de signos como arrugas, xantomas, pliegues del lóbulo de la oreja y arcos corneales puede delatar tempranamente una enfermedad cardiaca.

En conclusión, los grandes desarrollos en Inteligencia Artificial toman caminos algo distintos si estamos en los EE.UU, Europa o Asia. Lo que es seguro, es que la IA, la Ciencia de los Datos, el Big Data, etc. están trayendo cambios de gran importancia en la forma de vivir.  


Experto, Especialista y Máster en Big Data y Data Science de la UNED:

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