Stephen Hawking y la sociedad de los datos - Big Data

Stephen Hawking era uno de esos científicos con preocupación por el futuro de la especie, algunas de sus intervenciones públicas versaron sobre cómo la transmisión de información ha modificado nuestro desarrollo y expectativas, al haber pasado de ser interna (el ADN, por ejemplo) a externa (los millones de bits de información que producimos cada día). Hoy los expertos hablan sobre nuevas brechas socioeconómicas y culturales, ligadas al dominio de los datos y su lenguaje. Y, al hilo de esto, del estatus estratégico del Big Data y el Data Science para el futuro de las sociedades humanas.

¿Los datos, la producción de información, están realmente en la base de un cambio fundamental en los humanos como argumentaba el genial físico británico?

«Cada año se publican unos 50.000 nuevos libros en inglés, que contienen unos cien mil millones de bits de información. Claro, la gran mayoría de esta información es basura, inútil para cualquier forma de vida. Pero aun así, la tasa a la que se puede agregar información útil es de millones, si no de miles de millones (de bits), más alta que con el ADN (…) Al principio, la evolución procedía por selección natural, con mutaciones al azar. Esta fase darwiniana duró aproximadamente tres mil millones de años y medio, y nos produjo a nosotros, seres que desarrollaron el lenguaje para intercambiar información» (Stephen Hawking, en su conferencia Life in the Universe).

Por ahora, lo que resulta evidente es que no es necesario hablar de cambios a nivel de especie o una “descendencia con modificación” (usando una terminología más reciente), vinculada a la gigantesca producción de datos externos, para estar seguros de lo siguiente: se tornan imprescindibles sistemas nuevos de habilidades para gestionar y comprender la magnitud del flujo de información que caracteriza a la sociedad capitalista actual, donde multitud de funciones productivas, administrativas, psicosociales, etc. se han digitalizado.

Lo que el profesor Hawking imaginaba, es que el volumen de información externa y la velocidad exponencial a la que crecía, harían necesario el desarrollo de una interfaz humano-electrónica que mejorará nuestras capacidades, compensando el desfase entre transmisión de información interna (digamos, natural) y externa (unida al factor tecnológico). Y que sería este extremo el que produciría cambios a nivel de especie. Sin olvidar el papel que tendría la Inteligencia Artificial en esas grandes transformaciones históricas.

FORMACIÓN EN BIG DATA Y DATA SCIENCE PARA REMEDIAR LA BRECHA DIGITAL

Pero antes que la predicción del Dr. Hawking, lo que es una realidad aquí y ahora es la velocidad de vértigo a la que creamos datos y el peso que éstos adquieren en la dirección y estrategia de todos los procesos que modelizan nuestro modo de vivir, trabajar, consumir, etc. Estamos observando la nombrada brecha digital, alrededor de las competencias que tengan las organizaciones, Administraciones y empresas para analizar sus datos y extraer de ellos información relevante para la dirección.

Hay una clave básica que subyace a la economía de los datos: nuestra capacidad de respuesta está desfasada respecto al crecimiento de la información y al propio avance tecnológico. Por ejemplo: entre el océano de datos que a cada segundo fluye por la red, existe una gran cantidad de información que resulta superflua, desordenada e incluso falsa; como lo que Benoît Cœuré, del Banco Central Europeo, definía como fake data. Para enfrentar los retos que se desprenden de esto, es necesario dominar un nuevo tipo de lenguaje: desde la llamada “alfabetización de datos” hasta el desarrollo de las competencias profesionales que permitan a una estructura productiva construir una interpretación, modelización y generar una argumentación basada en la información profunda que los datos aportan, determinando antes su valor real.

Por supuesto, la nombrada “alfabetización de los datos” es uno de los pasos iniciales más importantes. Un estudio reciente de la firma Censuswide, entre 5000 entrevistados dentro de la Unión Europea, reveló que el 52% intenta un examen riguroso de los datos con los que se sustentan algunas noticias en los medios, en concreto, aquellas conclusiones basadas en una determinada interpretación de datos. Pero únicamente el 17% parece ser capaz de comprender esos datos de forma suficiente como para explicarlos. Del estudio podrían extraerse ciertas conclusiones algo preocupantes para cualquier proyecto democrático: un 45% de los ciudadanos europeos podrían tener dificultades para determinar la veracidad de una información, cuando consiste en una argumentación apoyada en datos.

Lógicamente, un desfase en esta materia a tan elevada escala social afecta esferas muy importantes de la vida pública: la calidad de la democracia, la competitividad de las compañías y la vida profesional de los trabajadores, entre otros aspectos. Solo una quinta parte de las personas que acaban de obtener un título universitario ha recibido alguna formación para trabajar con datos. Esto tiene su traducción en la dirección de las compañías, donde los perfiles más altos muestran todavía reticencias a desarrollar proyectos en analítica avanzada, a pesar de que son quienes tienen un mayor acceso a los datos. En este sentido, existen estudios sobre la relación existente entre el uso de datos y la calidad y satisfacción con el trabajo.

Alfabetización de datos y argumentación basada en analítica avanzada es, precisamente, trabajar en la dirección señalada por esa preocupación “humanista” que expresaba Stephen Hawking. Si el problema que angustiaba al físico teórico era nuestra dificultad para asimilar la información, derivada de su velocidad y los grandes volúmenes de datos donde se codificaba, quiere decir que la solución está en el desarrollo de soluciones imaginativas que logran enfrentar esos grandes volúmenes con el fin de extraer exactamente el tipo de conocimiento que resulta relevante en cada momento. En otras palabras, estimular la formación superior en Big Data y Data Science, desde múltiples ángulos, mejorará el mundo en el que vivimos