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Desde hace varios años no es ningún secreto que la automatización y la digitalización van a desplazar y transformar miles de puestos de trabajo. No es necesariamente una fuente de preocupación, recordemos que existen países con índices de robotización mayores que España y tasas más bajas de desempleo. La clave está en ciertos cambios en el modelo cultural y en la calidad de la formación que adquieran los nuevos profesionales.

España es una tierra de contrastes, adelanta e iguala a los países de su entorno en diversas cuestiones, pero arrastra algunos problemas relacionados con la incorporación de nuevas tecnologías a sus procesos productivos.

Uno de los últimos informes de la OCDE lo advierte: mientras en las grandes economías de la Unión Europea la digitalización y automatización pone en riesgo a un 14% de los empleos, en España esa cifra se eleva hasta un 21,7% con alto riesgo de automatización.

El informe Employment Outlook, publicado este año, arroja datos de gran interés. Habla, por ejemplo, de los riesgos reales que enfrenta la economía global, descartando escenarios apocalípticos o finalistas. Es decir, los desastres (ambientales, sociales y otros) llegarán lentamente. Lo importante es que estamos ante un escenario donde las políticas públicas determinarán si, durante los próximos años, estaremos ante unas fuerzas productivas incapaces de asumir el reto impuesto por las nuevas tecnologías o si hablaremos de un futuro donde la digitalización, los datos y las nuevas tecnologías se usaron para mejorar nuestra sociedad y calidad de vida. Es, igualmente, algo alarmante la ausencia de estas temáticas en el debate político corriente.

Trabajos en riesgo de automatización

Fuente: OECD Employment Outlook 2019

Se estima que un 45,6% de los empleos globales se verán transformados, un 32% experimentarán cambios significativos y un 14% tendrán un “alto riesgo de automatización”. Las características del aparato productivo español hacen que los porcentajes se vean aumentados, sin obviar que nuestros trabajadores también tienen algunas desventajas competitivas frente a los de nuestros principales socios. De las grandes economías europeas, España es la que observa un aumento de la inestabilidad y precariedad laboral. Esta situación, como se sabe, está vinculada a la poca cualificación. Un 34% de nuestras fuerzas productivas tienen poca cualificación, frente a la media del 15% en los datos de la OCDE. De los informes de esta organización puede extraerse otra certeza de gravedad social: un trabajador instalado en las clases medias puede verse desplazado a clases bajas si su fuente de empleo es automatizada o reemplazada.

Dentro de cada país, la automatización y la transformación digital se dejará notar con fuerza en los grandes centros industriales. Este escenario tiene, naturalmente, su revés: los lugares donde el coste de los salarios es tan dramáticamente bajo que no hace rentables a los procesos de automatización.

Como es más o menos habitual, la OCDE se extiende sobre las medidas de prevención: la principal de ellas sigue siendo la formación. Aquí podríamos, tal vez, separar la problemática: cualificar a adultos para que soporten la digitalización y automatización es parte de la solución. Pero debemos pensar en quienes todavía están armando sus valores curriculares y en profesionales ya cualificados, cuyo sector se ve muy influenciado por campos como el Big Data.

Para este segundo y tercer grupo resulta de gran interés el Curso de Experto, Especialista y Máster en Big Data y Data Science de la UNED: la respuesta de la Universidad pública española a los grandes desafíos que enfrenta nuestra economía en estos momentos y en el futuro cercano.