El profesional en Big Data y el Data Science: las estrellas del actual modelo productivo

Una gran mayoría de las empresas no analizan los datos a su disposición para orientar sus procesos productivos o estrategias de comunicación. Aunque no dejan de producir información, derivada de los clientes, la gestión, los recursos humanos, etc. solo un 5% de las empresas extraen de ella nueva riqueza, que si explotan a gran escala los gigantes tecnológicos. El profesional en Big Data y el Data Science: las estrellas del actual modelo productivo. 

La cuestión radica en que ese cúmulo de información sin procesar, que se genera sin parar, puede codificar el éxito de una política corporativa. Para IDC Research, un importante proveedor de inteligencia de mercado, hacia el 2020 el esfuerzo tecnológico destinado por las empresas al tratamiento de los datos ascenderá al 50%, un horizonte donde la transformación digital habrá cambiado por completo los esquemas de negocio.

Actualmente, un usuario promedio (con todo el cuidado que el término exige) puede llegar a generar hasta 5 GB de datos cada día. En el 2020 esos datos pueden sumar 44 zettabytes, recordemos que un Zettabyte son 100.000.000.000 terabytes. Estas cifras obligan a que parte importante de las estrategias empresariales estén orientadas a obtener beneficios de esa gigantesca matriz de riqueza en bruto, así que crece la inversión en Big Data o Inteligencia Artificial.

La dirección por la que avanzan los procesos productivos más la poca implantación del análisis de datos en la mayoría de estructuras que los generan hace que el Big Data sea el sector con mayor potencial de crecimiento actual y del futuro inmediato, en términos de innovación, aumento de la productividad y generación de empleo.

Esto es algo que ya están comprobando en compañías de seguros con el análisis de riesgos, pero también con la generación de contenidos digitales enfocados o personalizados o con el análisis del comportamiento de los clientes en distintos nichos.

LA CULTURA DE LOS DATOS TAMBIÉN ES UN ASUNTO DE INVERSIÓN, FORMACIÓN Y LEYES

Cuando una empresa cuenta con talento profesional en Big Data puede hacer cosas increíbles, como adaptar sus productos y servicios a las verdaderas necesidades de sus clientes potenciales. Además, podrá estudiar áreas como el movimiento poblacional para trazar mapas espacio-temporales  sobre el consumo que permiten adelantarse a las nuevas tendencias.

Estas acciones podrán a esa organización en una considerable ventaja competitiva. En términos sencillos, si cuento con un perfil de cliente potencial antes de que éste llegue a ser una realidad socio-cultural completa, tendré excelentes oportunidades de llegar a él antes que la competencia.

Aparecen conceptualizaciones relativamente nuevas como “cultura de datos”, donde se observa una detallada personalización de los componentes que forman la estrategia corporativa, en base al procesado de información aportada por los clientes (trátese de datos agregados o acumulados en las redes sociales). De lo que resulta un mensaje que impacta y engrana con todo aquel rastro dejado por el usuario sobre sí mismo en la Red: la orientación de sus consumos, sus deseos, etc. 

Pues bien, esto se traduce en experiencias que fidelizan, por lo tanto en beneficios que aparecen en los balances al final de cada ejercicio. Naturalmente, estamos hablando de implementar o desarrollar una praxis acorde con la legislación. Recuérdese que estamos en plena difusión y aplicación del Reglamento Europeo de Protección de Datos.

De hecho, existe una formación superior sobre el RGPD organizada por la Agencia Española de Protección de Datos y la misma Facultad que imparte el Programa de Experto, Especialista y Máster en Big Data y Data Science más exitoso del momento: la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UNED.

BIG DATA Y DATA SCIENCE

La consultora estratégica global McKinsey & Company, Inc. calcula que actualmente tan  solo el 18% de las empresas podría recolectar metodológicamente datos de su proceso productivo y analizarlos para dar ventajas competitivas a sus modelos de negocio. Esto quiere decir, entre otras cosas, que la mayoría de organizaciones necesita sumarse a la nueva cultura de los datos desde lo más básico, por ejemplo, mediante cambios organizacionales, la generación de infraestructura y la contratación de cuadros profesionales en Big Data.

Evidentemente, los cambios en la manera de trabajar se van dando con algo de lentitud pero progresivamente: los signos evidentes los registran aquellos centros y facultades que dirigen programas universitarios en estas áreas. La segunda edición de nuestro Máster en Big Data y Data Science ha superado todas las expectativas (la matrícula cierra el 15 de diciembre).

Cada vez más empresas llegan a la conclusión de que trazar patrones de consumo y realizar predicciones sobre el comportamiento del cliente pasa por tener figuras como el Data Science en la plantilla.

Hace algún tiempo The New York Times dio al Data Science una definición, como poco, curiosa: “la profesión más sexy del siglo XXI”. En sus habilidades descansa la extracción de información que da luz a las decisiones estratégicas de la compañía, es el verdadero “oficial de ciencias” a bordo de la nave; algo que puede llegar a ser muy sexy para quienes pretenden conservar sus inversiones y empleos.

Fuentes de la Unión Europea consideran que en el 2020 10,4 millones de personas en el mundo se dedicarán al Big Data. Muchos de éstos serán trabajadores que complementan una formación anterior o practican una refundación profesional por la reconversión de su sector debida a la transformación digital.

Así pues, contar con un equipo dedicado a la analítica de datos puede no ser una opción en un futuro próximo. Diversos análisis apuntan a que la demanda de estos profesionales crecerá al mismo ritmo en que aumenta el volumen de datos acumulados y se profundizan los cambios digitales.