INTERNET DE LAS COSAS

La evolución de las tecnologías de la información y de la comunicación llevada a cabo en estos últimos años ha supuesto una auténtica revolución tecnológica. Las sociedades modernas, en general, se encuentran en un nuevo contexto que les brinda la oportunidad de disponer de instrumentos novedosos que incrementan la posibilidad de relacionarse y, al mismo tiempo, las empresas precisan de herramientas capaces de analizar las nuevas aplicaciones disponibles en Internet para optimizar el proceso de toma de decisiones.

El progreso tecnológico permite en la actualidad diseñar una hoja de ruta para las empresas basada en el conocimiento y en la eficacia en el proceso de toma de decisiones, que precisa describir y analizar tanto datos estructurados (nos referimos a las bases de datos “tradicionales” o relacionales) como los denominados datos semiestructurados y no estructurados (con las herramientas tradicionales resultaría muy costoso el tratamiento de la información). Todo ello, unido a que las herramientas tradicionales consumen una elevada cantidad de tiempo en el tratamiento y elaboración de la información.

Por tanto, y derivado de la imposibilidad de procesar o analizar la información con las herramientas tradicionales, se origina el concepto de Big Data pero sin que inicialmente se cuantifique en una cantidad de bytes de datos determinados.

El Big Data se origina fundamentalmente por el incremento del volumen de información, asociado a una heterogeneidad en los datos sin precedentes; todo ello derivado de los nuevos dispositivos (1) y aplicaciones informáticas que son capaces de cuantificar y analizar desde el posicionamiento, movimiento, vibración, temperatura y humedad, hasta los cambios que experimentan variables medioambientales. De tal forma, que los instrumentos tecnológicos que analizan esta información precisan de unas respuestas prácticamente en tiempo real con la finalidad de obtener la información adecuada y en el momento preciso. En cualquier caso, y aunque las nuevos avances tecnológicos puedan suponer la introducción de procesos disruptivos, las bases de datos tradicionales también se configuran como una parte relevante asociada a la arquitectura operacional del Big Data.

El incremento de la información y el almacenamiento masivo de datos proviene de todos los sectores (tradicionales, tecnológicos y administración pública) capaces de generar ingentes cantidades de información procedente de operaciones transaccionales, de clientes o de proveedores, entre otros.

A modo de ejemplo, existen bases de datos en la actualidad que contienen datos de censo de población, registros médicos, impuestos, etc. a los que podríamos incorporar datos sobre la realización de transacciones financieras en línea o mediante dispositivos móviles, análisis de redes sociales o información geográfica que incluya las coordenadas GPS. Es decir, la incorporación de todas aquellas actividades que de manera habitual realizamos con nuestros dispositivos informáticos y que generan cantidades ingentes de información.

Además de la información directa generada por los seres humanos, la tecnología actual origina el denominado Internet de las cosas [Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT)], con un volumen importante en la creación de grandes cantidades de datos. Los dispositivos y sensores instalados (2) en la industria de la automoción, transporte, comercio, servicios, por ejemplo, se espera que crezcan a una tasa anual del entorno del 30%.

El Internet de las Cosas consiste en que determinados dispositivos asociados a “cosas” cotidianas puedan conectarse a Internet en cualquier lugar y en cualquier tiempo.

Desde un punto de vista técnico, se articula en la integración de sensores y dispositivos en objetos cotidianos que quedan conectados a Internet a través de redes, tanto fijas como inalámbricas.

La posibilidad asociada a que Internet pueda ser accesible prácticamente en cualquier lugar y en cualquier momento, posibilita que la adopción masiva de esta tecnología sea más factible. Dado su tamaño y coste, los sensores son fácilmente integrables en hogares, entornos de trabajo y lugares públicos. De esta manera, cualquier objeto es susceptible de ser conectado y «manifestarse» en la red. Como anticipamos, la tecnología máquina a máquina [Machine-to-Machine (M2M)] también forma parte del ecosistema del Internet de las cosas.

Paralelamente, el IoT supone que cualquier objeto en el que se implanta esta tecnología se constituya en una fuente de datos. Este conjunto de nuevas tecnologías transformará en un futuro próximo la manera en que se realizan los negocios, la organización de las empresas, las administraciones públicas y el sector público en general, así como el día a día de los ciudadanos.

 

Notas:

1-Como los sistemas GPS, dispositivos móviles, audio, video, sensores digitales, medidores eléctricos, veletas, anemómetros, entre otros.

2-La instalación se sensores en los contenedores nos proporcionan su geolocalización en tiempo real, siendo esta información remitida a las compañías de transporte. En el ámbito del sector energético, los sensores posibilitan determinar el consumo de energía y, por lo tanto, la demanda real de nuestros clientes.

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